Dayana no podía creer que le hubieran dado acceso a hablar con la directora, entendía que ayer había llegado muy tarde. Ella aún no comprendía el poder que podía llegar a tener el hombre que ella había conocido; no sabía bien quién era, pero realmente se estaba sintiendo muy agradecida.
- Heinrich, de verdad, no tengo cómo agradecer todo lo que estás haciendo por mí. -dijo Dayana sinceramente.
- Dayana, el hecho de que vea cómo poco a poco te vas relajando me basta, no necesito nada más. -dijo Heinrich con tranquilidad.
Luego de unos minutos, una mujer mayor con el gafete que decía “Miss Laurence” apareció frente a la pareja.
- Buenos días… Espero no haber demorado mucho. -dijo la mujer con amabilidad.
- Buenos días… -dijeron a unísono Dayana y Heinrich.
Dayana estaba nerviosa, pues sabía que de esta reunión saldrían más cosas, de aquí dependía si ella podía ver a su hijo o no.
- Señora Laurence, me gustaría que esta afligida madre pudiera ver a su hijo, claro, mientras usted y