Dayana durmió toda la noche, solo despertó cuando sintió un ligero movimiento en la cama y un brazo fuerte rodeando su cintura.
A la mañana siguiente se despertó con la luz del sol colándose por la ventana, pero el hombre que la acompañaba ya no se encontraba ahí.
La joven mujer supuso que Heinrich se había levantado a seguir su rutina de siempre, a lo que no estaba muy errada, pues Heinrich ya se encontraba en una sala privada teniendo una acalorada reunión, pues la bomba ya había estallado.
Tal como lo imaginaba este hombre, los dueños de Graft lo apoyaron al cien por ciento. La postura de la compañía en la casa matriz había puesto a esos dos países en un severo problema, pues estaba en juego bastante dinero y la ofensa había sido mucha.
Heinrich llevaba una larga amistad con los dueños de Graft, quienes eran unos ancianos que creían en los valores familiares y como sociedad, por lo que, el que alguien hubiera ofendido al hombre que estaba llevando las riendas de su compañía tras