Tras aquella larga noche llena de emociones reprimidas que por años no habían podido salir, hoy Dayana despertaba al lado de un hombre al que no conocía y no sabía si volvería a ver.
Al comenzar a moverse, sintió un ligero dolor que no recordaba haber sentido, sus piernas estaban ligeramente entumecidas y aquella zona íntima le recordaba lo bien que había cumplido con su palabra el hombre con el que hoy despertaba.
- Buenos días… -escuchó la voz gruesa y varonil de Heinrich.
Ella abrió los ojos y lo primero que vio fue a él recostado de lado, su cabeza estaba apoyada en una mano y con la otra, aprisionaba el cuerpo de ella.
- Bue… Buenos días… -dijo Dayana con un poco de nervios.
Heinrich, al verla, sonrió y esa sonrisa le llenó el alma, pues bien a bien, ella no sabía cómo él se comportaría con ella tan pronto amaneciera.
Aquella mano que sujetaba su cintura tomó su mentón y la atrajo para besarla.
- ¿Cómo amaneciste?
- Bien… supongo que bien… -dijo Dayana omitiendo algunos detalles q