El hombre aún tenía un gran dolor de cabeza, pero, aun así, contra todo lo que quisiera y deseara, prefirió no hacer escándalos, prefirió no reaccionar, prefirió hacer lo que mejor sabía hacer, ver hacia delante.
Finalmente, descendió de las escaleras, ahí ya estaba Robert y los escoltas, esperándole con paciencia, sabiendo que bien podía o no, ser difícil llevárselo.
Para sorpresa de todos, él simplemente llegó delante de ellos y dijo:
- ¡Vámonos!
Mientras aquello sucedía, Anya, que se había quedado un tanto inquieta por la reacción de Theo, se sentó por unos minutos en la cama, aun con ropa en las manos, sintiendo todavía las punzadas por la pérdida de su hijo.
Luego de ello, tras unos minutos, sintió que esa no era la manera en la que debía manejar aquel tema, por lo que rápidamente se levantó y fue a buscar a Theo.
Para cuando quiso buscarlo, él ya se había ido, ya solo se encontraba ella y el personal de servicio.
- Disculpen, ¿Han visto a Theo? -preguntó Anya con duda.
- El señor