Tras aquella breve conversación, Theo y Robert llegaron al aeropuerto internacional, donde normalmente estaba el avión privado que lo podía llevar a Londres.
Robert ya había avisado para pedir los permisos de vuelo, sabía que Theodore era un hombre paciente, pero debía admitir que cuando algo se le metía a la cabeza, nadie podía sacárselo e incluso podría ser aún más exigente.
Luego de varios minutos, finalmente el avión despegaba dejando a Robert con el corazón en una mano, sin saber si la decisión que había tomado su querido amigo, era la correcta o no.
Theo tan pronto como subió al avión, cerro los ojos y dejo que el cansancio lo venciera. Al menos el viaje duraría unas 5 horas, por lo que tenia tiempo suficiente para recuperarse de la resaca y el desvelo.
El hombre sabía perfectamente bien que, para su familia, el regresar, seria motivo de gozo, pero para él, solo era una mera formalidad. Este regreso debió haberse dado desde hace 14 años, pero no fue así.
Todo el mundo sabía