Theo llegó a casa y tal como en otros días, el silencio del lugar lo invadió. Lentamente, subió las escaleras, aún llevaba un nudo en el pecho, sentía que, por más que lo intentara, no podía más con aquello, no podía evitar sentirse un vil fracaso.
El gran duque Howard, había pasado por alto todas las señales, había permitido que alguien ajeno los lastimara. Patricia pagaría muy cara su ofensa, pero nada de ello devolvería él bebe que Anya había perdido.
Tan pronto como entró a la habitación, el hombre se percató del pequeño cuerpo de Anya, la cual descansaba en la cama, se quitó el abrigo, los zapatos y se recostó a lado de ella, la atrajo, hacia su cuerpo, quería oler su perfume, quería sentir la calidez de tenerla cerca.
- Theo, ¿Qué haces? -dijo Anya desconcertada.
- Solo quiero sentirte cerca de mí… -dijo Theo con sinceridad.
- ¿Acaso no vez lo que ocurrió? ¿Acaso a ti no te importa lo que yo siento? -dijo Anya malinterpretando la situación.
Theo se quedó desconcertado, él solo qu