Un trato nada justo.
—Damian es por aquí.
Le dice un hombre que está a su lado y creo haberlo visto el día que me iba a casar con René.
Sigo arrastrando el carro, pasando en medio de las personas que lo rodean, y mi corazón late con fuerza cuando ya estoy lo suficientemente lejos.
Aún siento la mirada pesada de Damián sobre mí.
Llego al piso de abajo donde termino mi trabajo.
Me quito el uniforme en uno de los cubículos para empleados.
Salgo y una mujer muy arreglada, parece de familia rica, me mira con los brazos cruzados.
Tira el vaso que tiene en la mano y me alejo para que no me salpique.
—Límpialo.
Me dice y la veo a la cara.
—Eres una sirvienta y no debes ver a la cara de la gente que está sobre ti.
—Mi horario terminó, señorita.
Le digo y ella da varios pasos hasta quedar frente a mí; por los tacones su estatura me sobrepasa.
—Límpialo.
Me repite con odio, como si yo le hubiese hecho algo.
—¿Qué ocurre? —pregunta el sujeto de hace rato, mientras Damián pasa hablando por