Él respira con fuerza, dominado por el enojo que apenas logra contener.—Me preocupé mucho por ti —dice finalmente, con el ceño fruncido y la voz grave, pero su expresión cambia de repente, como si intentara calmarse.Yo apenas lo escucho. Lo único que me preocupa en ese momento es otra cosa: tengo que ir a la farmacia, y no sé ni cómo pedir lo que necesito. Mis amigas han mencionado la píldora del día después, pero… ¿y si también me contagié de algo?Mi mente no deja de dar vueltas, torturándome con preguntas que no tienen respuesta.—Tengo que regresar al trabajo —digo al fin, intentando escapar de la conversación.Doy un paso hacia atrás, pero él se adelanta y me bloquea el paso.—Lo siento, cariño… —susurra con un tono más suave—. Me volví loco de preocupación, eso es todo.Me abraza, y por un segundo me quedo quieta. Después, respondo al abrazo con torpeza, apretándolo contra mí, más por inercia que por deseo. Cuando nos separamos, caminamos juntos hasta la esquina. Se despide con u
Ler mais