Un gran impacto.
—No es mi firma.
Es lo primero que logro decir cuando por fin mi mente procesa lo que tengo enfrente. Ese papel… ese maldito papel que dice que estoy casada con la peor persona del mundo. Mis dedos tiemblan sujetándolo. Mi respiración se corta.
—Lo es —responde él, arrebatándomelo sin contemplaciones—. Esta acta es válida.
—¿Tuviste el descaro de hacerla válida cuando yo me iba a casar con René? —pregunto con la voz rota, sintiendo cómo mis ojos se llenan de lágrimas que no logro contener.
—Quieres tapar el sol con un dedo —dice sin mirarme siquiera—, pero no se puede.
—Yo iba a casarme con él… y tú impediste eso.
Le grito. Ya no puedo contener nada. Todo lo que he aguantado explota de golpe dentro de mi pecho.
—Piensa lo que quieras —me dice con frialdad, girándose para darme la espalda—. Pero tienes claro que no puedes escapar.
Me deja ahí, parada, con la garganta cerrada y la vida hecha pedazos. Me siento en la cama, abrazándome a mí misma, intentando contener el temblor de mis man