Cuatro meses después...
— ¿Vas a seguir mirándome así o vas a arrancarme esta blusa, jefe? —preguntó Clara con descaro, dejando su bolso de diseñador sobre el sofá de cuero negro en el penthouse privado de Demetrio.
Demetrio Gambino no sonreía. Él no sonreía. La observar como si fuese una obra que había comprado y aún no terminaba de decidir si era arte moderno o un garabato caro.
—Quítatela tú sola —ordenó, mientras se quitaba los gemelos con parsimonia—. Quiero verte desfilar para mí, no soy tu sirviente.
—Hoy estás exigente... me gusta. —Clara mordió su labio inferior, caminando hacia el ventanal que daba a Dubai y desabrochándose, botón por botón, la blusa de seda blanca que apenas le cubría el sujetador de encaje carmesí. Un sujetador nuevo. Lo había comprado con la última transferencia que él le había dado.
—¿Fuiste de compras? —preguntó él, acercándose por detrás.
—Claro que sí. —Le lanzó una mirada por encima del hombro—. Dijiste que podía gastarlo en lo que quisiera.
—¿Y lo h