MATTHEW GRAYSON
Llegué hasta mi despacho y noté que el escritorio de Julia estaba aún vacío. Revisé mi reloj de pulso, era hora de que ya estuviera trabajando como siempre. Eché un vistazo alrededor de manera sutil, esperando verla en la copiadora o pegada a la máquina de café, pero no estaba.
Di un pequeño golpe con mi nudillo en su escritorio antes de notar que la puerta de mi oficina estaba entreabierta. Esperaba encontrarla dentro y estaba listo para castigarla por llegar tarde, pero a quien en verdad encontré fue a mi abogado, sentado frente a mi escritorio con papeles en la mano.
—Matthew… por fin llegas —dijo con media sonrisa y acomodándose los lentes.
—¿Qué ocurre? No recuerdo haberte citado —contesté sin mucho ánimo, mientras sentía la oficina más vacía que de costumbre. No estaba el café que Julia siempre me traía en la mañana, ni siquiera mis pendientes de ese día estaban organizados. ¿Qué estaba ocurriendo?
—Vine por esto —respondió entregándome los papeles que estaba