JULIA RODRÍGUEZ
Los nueve meses se habían cumplido, mi bebé ya estaba listo y yo esperando. ¿Cómo era posible que durante ese tiempo no fuera posible que me olvidara de Matthew? No pronunciaba su nombre, me esforzaba por no pensar en él, cada vez que mis ojos se humedecían al ver hacia el pasado, me apretaba el corazón con fuerza y ponía la mente en blanco, dejando que sus recuerdos se disolvieran poco a poco, pero eso no era suficiente.
Entonces me di cuenta, los trazos sobre mi cuaderno habían delatado mis pensamientos. La punta de mi lápiz se detuvo sobre sus ojos, era como si el hombre del dibujo me respondiera la mirada con la misma intensidad que en el pasado.
—¿No resulta irónico? —le pregunté mientras delineaba cada trazo de su rostro—. En menos tiempo del que pasé contigo, Santiago me ha dado todo lo que tú no pudiste. Él vio algo más en mí, no solo una carga. Me ha dejado crecer como profesionista y como persona.
»Incluso estoy segura de que él me quiere más de lo que tú j