JULIA RODRÍGUEZ
—¿Julia? —insistió Matt acercándose con cautela. Curioso por mi silencio, y al mismo tiempo preocupado. Se sentó a mi lado y su mano se deslizó lentamente por mi mejilla, haciendo que por fin volteara hacia él—. ¿Estás bien?
Asentí antes de soltar todo el aire de mis pulmones.
—Lo siento, es que no tengo mucha hambre —respondí y en ese momento su mano se posó en mi vientre, lo cubría en su totalidad con su palma mientras besaba mi cabello.
No me dijo nada sobre el bebé, no lo admitía ni lo negaba, era como si él ya estuviera seguro de que existía y no necesitara el permiso de nadie para creer en eso, ni siquiera mi confirmación.
—Tienes que comer, aunque sea un poco —agregó con suavidad, antes de tomar mi mano—. Anda… vamos, por favor, no me hagas rogarte.
Su voz en mi oído me calmó y al mismo tiempo erizó mi piel. Con gentileza me llevó, sin que pudiera oponerme. Mientras veía por encima de mi hombro hacia la cama, sabiendo que ahí se escondía lo que podía acabar c