JULIA RODRÍGUEZ
Abrí los ojos lentamente, el sol se colaba entre las cortinas, despertándome con una calma que se me hacía extraña. Me senté sobre la cama y me encontré con el lado de Matthew vacío. No sabía si se levantaba antes para darme privacidad y no hacerme sentir presionada. Los primeros días lo agradecí, entre menos momentos a solas con él, era más fácil tolerar estos días que precedían a la inminente separación, pero ahora solo sentía un vacío.
Saqué los pies de la cama y me quedé por largos segundos así, con la mirada perdida. Tomé mi celular de la mesita de noche y vi la fecha. En un abrir y cerrar de ojos el tiempo había pasado y solo faltaban 10 días para que todo acabara.
Conforme nos acercábamos a la fecha límite peor me sentía, tal vez por las hormonas del embarazo, tal vez por los intentos de Matthew por recuperar el amor que le profesé durante dos años, tal vez porque me dolía perder todo lo que había conseguido en ese tiempo, como la admiración de los chicos en el