JULIA RODRÍGUEZ
—¿Estás lista? —preguntó Alex triunfante mientras yo rodaba los ojos.
Dejó el vaso clavado en la tierra y prendió una de las gotitas antes de arrojarla dentro. Me tomó del brazo y nos alejamos lo más rápido cuando empezaron a tronar. El calor que se generó dentro del vaso y el frío de la tierra húmeda, así como la presión hizo que no solo se escucharan esas mini explosiones con más fuerza, sino que el vaso crujiera al romperse.
Entonces, tal y como Alex predijo, tanto Emilio como Patricio corrieron hacia el lugar, con la mano en su pistola y la mirada cargada de preocupación.
De esa manera nos escapamos, un par de embarazadas desarmadas directo a lo que podía ser una trampa.
No era de mis momentos más inteligentes.
***
—¿Segura que es aquí? —preguntó Alex viendo el establecimiento en ruinas, devorado por el incendio que lo había consumido hacía un tiempo, del que había escapado Liliana.
—Sí, este es el café de siempre —contesté con melancolía, pasando la mano por