CARL ROGERS
El general sonrió con la mirada perdida a través de la puerta.
—Patricio está haciendo un buen trabajo. De manera cautelosa está censando a los hombres que te quedan, viendo si son confiables, pero lamento decirte que son pocos a comparación de los que aún siguen a tu padre, pese a sus recientes problemas mentales —contestó con calma y manteniendo las manos detrás de la espalda mientras volteaba hacia Santiago—. Encárgate de mantenerte vivo y no te preocupes por Liliana, ella está haciendo lo que tiene que hacer.
—¿Lily? —preguntó Santiago confundido y soltó una sonrisa nerviosa—, no puedo simplemente ignorar su desaparición, ella es tan… tan…
—¿Torpe? —agregó Matt con un resoplido—. Puede estar atorada en una coladera en este preciso momento.
—Señor Grayson, no subestime a mi pequeña —contestó el general con un brillo en la mirada que me desconcertó. ¿Cómo sabía quién era Matt? Bueno, no me sorprendía, de seguro sabía muy bien todo sobre nosotros. Un hombre como él te