NARRADO POR TEO
El salón volvió a moverse. Las luces giraron como si nunca se hubieran detenido. La música retomó su compás elegante. Pero dentro de mí, todo era estático. Estancado. Como un instante atrapado en hielo.
La imagen de Karina tomada de la mano de Dante seguía grabada en mi retina. El beso en la mejilla. Su expresión. Su decisión de no mirarme al pasar. Todo tan brutalmente intencionado que ni una puñalada en el pecho habría dolido tanto.
Sofía regresó. No dijo una palabra. Se paró a mi lado como si entendiera que cualquier intento por reconectarme al presente era inútil. Me miró apenas, y luego susurró, con ese tono suave que ya no me tocaba:
—Te están esperando para el baile principal.
Asentí.
El reflejo social. La farsa. La necesidad de fingir normalidad, aunque estuviera roto en fragmentos tan pequeños que ya no sabía cómo volver a ser alguien entero.
Una pareja se acercó y me saludó con efusividad. Me limité a asentir, a ofrecer una sonrisa hueca, a intercambiar palab