EN LA MANSIÓN FERNÁNDEZ.
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Esa madrugada, todos en la mansión dormían.
Excepto Elías.
Isabella se despertó por un sonido leve. Algo como un susurro, pero no con vos… Más bien como un viento que solo vivía dentro de la casa.
Asustada, se levantó en silencio, se puso una bata y salió al pasillo.
El cuarto de Elías estaba entreabierta.
Dentro de la habitación, una tenue luz azulada flotaba en el aire. Como si el aire mismo estuviera brillando.
En ese momento, Isabella se acercó.
Y lo vio.
A ella se le crisparon los ojos.
Elías estaba sentado en la cama, con los ojos cerrados, pero todo en la habitación flotaba lentamente: libros, cojines, una silla, girando en el aire como si el tiempo fuera agua.
Isabella se quedó sin aliento.
—E… Elías… — susurró.
Los ojos de Elías se abrieron lentamente.
Brillaban. Literalmente.
Un azul profundo, imposible, eso no era natural. — pensó Isabella.
— No tengas miedo — dijo él con voz suave—. Solo estoy soñando despiert