Capitulo 139

La casa Fernández respiraba una nueva paz.

Aquel domingo, los jardines estaban en plena floración y el aire se impregnaba del aroma a madreselvas y pan recién horneado. En el porche trasero, Sebastián había dispuesto una mesa larga con manteles color marfil, jarras de limonada, bandejas de frutas frescas y una fuente de empanadas que Isabella había hecho con la ayuda de Karina.

Isabella estaba descalza, con un vestido blanco de lino que le caía suelto sobre los hombros. Su cabello recogido en una trenza le daba un aire despreocupado que Sebastián no dejaba de admirar mientras la observaba servir copas de té helado.

—¿Van a seguir mirándose como si el mundo se acabara mañana? —bromeó Fabio, entrando al jardín con una bandeja de postres en las manos.

—No todos están tan ocupados como tú escondiendo secretos —le devolvió Sebastián con una ceja alzada.

Fabio soltó una carcajada nerviosa, pero no dijo más.

Uno a uno fueron llegando: Karina y Rayan llegaron juntos, conversando entre
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