Capitulo 141

El cielo despejado sobre la finca Gallardo ofrecía un espectáculo de estrellas que parecían danzar entre sí. La brisa nocturna acariciaba los árboles y hacía crujir levemente la madera del porche trasero, donde Sebastián sostenía una copa de vino junto a Isabella, aún descalza por la cena familiar en el jardín. Todo parecía calmo, un instante suspendido entre la vida que habían construido y las cicatrices del pasado que poco a poco se iban cerrando.

La abuela Elisa tejía en silencio en su mecedora, mirando a su nieto con ojos serenos. Dentro de la casa, Karina y Vanessa recogían los platos mientras Rayan y Fabio discutían sobre quién hacía el mejor café de la casa. Era una noche doméstica, normal, casi mágica en su simpleza. Pero como ya era costumbre en la vida de Isabella, la calma duraba poco.

El timbre de la casa sonó una vez. Luego, otra. Todos se miraron sorprendidos. No era común recibir visitas tan tarde. Sebastián se levantó de inmediato, alert
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