Capitulo 100

El refugio estaba lejos de todo: una casa de madera junto a un lago silencioso, en lo profundo del bosque.

Sin radares. Sin cámaras. Sin enemigos.

Solo ellos… y el eco de lo que sobrevivieron.

Isabella se sentaba junto al ventanal. Afuera, la bruma bailaba sobre el agua.

En su regazo, Elías dormía profundamente, abrazado a un oso de peluche nuevo.

Su pecho subía y bajaba con calma. Su piel ya no brillaba… pero su pulso era fuerte. Constante. Vivo.

Sebastián apareció detrás de ella con dos tazas de té.

—¿Ya se tranquilizó?

—Si —respondió Isabella—. Ahora duerme. Pero su mente… no está quieta.

Sebastián se sentó a su lado.

—Es como tú.

Ella sonrió.

—No sé si eso sea bueno.

—Es supervivencia. Y esperanza.

Desde la cocina, Vanessa y Sienna cocinaban algo sencillo. Pan tostado, frutas, huevos. El ambiente era tan simple… que dolía.

—Nunca pensé estar viva para ver esto —dijo Sienna mientras cortaba manzanas—. Sentir que todo… no fue en vano.

Vanessa la miró con respeto.

—A
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