«DELTA ROJO: Ecos bajo la piel»

Los planos flotaban como fantasmas sobre la mesa holográfica.

Códigos en rojo, cámaras ocultas, pasillos subterráneos…

Y en el centro de todo: Delta Rojo.

—Este lugar no fue diseñado para ser encontrado —dijo Vanessa—. Fue diseñado para encerrar lo que jamás debía existir.

Isabella cruzó los brazos, en silencio.

Podía sentirlo.

Un latido, una llamada… como si el mismo suelo le hablara.

Fabio tecleaba sin descanso en su terminal portátil.

—Aquí está… nivel 12. Hay cámaras térmicas activas, pero también interferencias. Alguien está manipulando el sistema desde adentro.

—Entonces no están solos ahí abajo —dijo Sebastián, serio—.

Y probablemente ya sepan que venimos.

Justo entonces, la puerta del hangar se abrió.

—Siempre llegando al momento justo —dijo Sebastián sin mirar.

Entró Rayan Moreno, alto, con barba de días, ojos grises como acero templado y una mochila al hombro.

—Si no me invitabas a esto, hermano, no te lo perdonaba —respondió c