¿Te casarías con el enemigo de tu padre? Cuando la última rosa cae sobre el ataúd un Ceo, su hija Elaine se da cuenta que se ha quedado sola. Al menos, eso cree hasta que un atractivo hombre vestido de luto aparece frente a ella, solo para entregarle un anillo de matrimonio en pelo funeral, dejándola estupefacta. Julián Ferrer es un exitoso y temido Ceo, pero también es el hombre a quién el padre de Elaine más odió, y alguien con quien ella jamás hubiese pensado en casarse.
Leer másCon una mirada que me heló la sangre, lo vi tensar el brazo y, menos de un segundo después, apretó el gatillo y hubo un estallido, la bala impactó. Asustada me llevé ambas manos a la boca para no gritar.
Matt soltó un aullido de dolor y cayó al suelo retorciéndose de dolor. La sangre de inmediato comenzó a bañar el piso.
—Elaine, vámonos —me ordenó con la mandíbula tensa y una mirada llena de ira contenida.
Pero yo no pude moverme. Solo pude mirar como Matt se sujetaba el costado, mientras su camisa se teñía de un inquietante carmesí.
—¿P-por qué le... disparaste? —murmuré con un hilillo de voz, cerca de entrar en shock.
Julián se guardó el arma y vino hacía mí, totalmente furioso. Me tomó del cuello y me empujó contra la pared, ignorando al chico que agonizaba a nuestros pies.
Jadeé cuando me cortó el flujo de oxígeno.
—A mí me gustaría saber hasta dónde llegaste con él. Me gustaría saber qué haces aquí. Me gustaría que me explicaras por qué hiciste todo esto, porque me empujaste a este punto.
Aunque temblaba de miedo, le sostuve la mirada lo mejor que pude. Meses atrás me había casado con él, aun cuando no lo conocía y me desagradaba, y todo por culpa de mi padre y de un contrato que había hecho con Julián; donde yo era el beneficio que recibiría a cambio de su billonaria inversión en la empresa de mi familia.
Sin opción de negarme, me había casado sin amarlo, dejando atrás a mi familia y al hombre que amaba.
—Te odio... —declaré con dificultad—… Te odio con el alma...
Me había casado con él y soportado humillaciones, burlas y su desprecio por mí, pero a pesar de todo eso, había terminado enamorándome de él. Me había enamorado y fantaseado con que él sintiera lo mismo, o al menos, algo similar.
Mi marido esbozó una media sonrisa cargada de cruel burla.
—¿Me odias, cariño? Por un tiempo llegaste a confundirme, pero con todo esto qué has hecho, déjame repetirte lo mismo...
Y enterrándome los dedos en la garganta, inclinó la cabeza y sus fríos labios rozaron mi oreja.
—El sentimiento es mutuo. Tú tampoco me agradas, pero tampoco pienso dejarte escapar. En el altar te dije que serías mía para toda la vida, y aunque no te guste, así será.
Me dolió el pecho. Había sido patética por él, y él nunca me había amado de verdad. Durante todo mi matrimonio, había pensado que yo solo era un negocio para él; pero la verdad, Julián Ferrer solo me había tomado como esposa por egoísmo, por crueldad y, más que nada, para castigarme por algo de lo que yo no tenía ninguna culpa.
Él me estaba castigando y haciendo pagar por los errores de otros.
—Yo... nunca te interesé —añadí con voz aguda, apenas conteniendo las lágrimas—. Solo te encaprichaste conmigo, solo fue una obsesión para ti...
En respuesta, sus labios dejaron mi oído para deslizarse sobre mi piel, hasta alcanzar mis labios. No le importó que estuviera llorando.
—Así que ya conoces el motivo que me llevó a casarme con una chiquilla como tú.
Me tembló el labio inferior ante su tono inflexivo, no estaba sorprendido ni afectado.
—Lo sé, y no volveré contigo... —logré decir—. Eres despreciable, te aborrezco, Julián.
Su azulada mirada se oscureció, y yo creí que me asfixiaría allí mismo, pero hizo lo contrario. Me soltó y yo caí de rodillas a sus pies, me llevé una mano a la garganta, jadeando y tosiendo sin control. Todo mi cuerpo temblaba.
—¿Qué no volverás? —se jactó pasando por encima de Matt—. El hecho de que sepas la verdad no cambia nada entre tú y yo, nada en absoluto. Así que despídete de tu amigo, Elaine.
¿Hasta que punto llegaría conmigo? ¿Cuanto más soportaría?
Al volver a ver a mi hermano, no sentí más que desprecio y pena por él, pena por haberlo perdido antes de darme cuenta. Pero, aun así, solté la mano de Julián y crucé la vacía sala del consejo hasta alcanzarlo. Me acerqué a él. Tenía que hablarle mientras los socios aun no llegaran, después ya no tendría oportunidad. —Iván. Mi hermano me miró de reojo y esbozó una sonrisa agridulce. —Creí que desaparecerías por más tiempo. Esperaba no tener que verte tan pronto. De reojo miré como del otro lado de la sala, Julián apretaba los labios. Le hice un gesto para que no viniera a nosotros; era deber mío y solo mío tratar de salvar mi relación con mi única familia. —Lo que me hiciste... No estas arrepentido, ¿verdad? Iván soltó una risita. Me dolió darme cuenta de lo bien que lo conocía; yo misma me había hecho la tonta todos esos años, había creado a un hermano bueno y leal que no existía. —¿Arrepentirme? ¿Por qué habría de hacerlo? Solo utilicé a mi inútil hermana gemela para
En la acera frente al edificio de Matt, esperé a Julián. Cuando llegó, estacionó su coche y sin hablarme, me abrió la puerta. Durante un instante, lo miré con muchas cosas en la punta de la lengua, a la vez que me preguntaba sí yo de verdad estaba enamorada de él. Aunque, finalmente, entré al coche sin decir nada, y durante un rato el condujo también en silencio. Hasta que algunos minutos después, dejó la carretera y se orilló en una parte desolada. Cuando apagó el motor, apoyó la cabeza en el asiento y ladeó la cabeza para poder mirarme. Yo hice lo mismo. Él ya no se veía ebrio, y yo ya no estaba llorando. —Perdóname —fue lo primero que dijo—. No debí decirte todo de esa forma, en un arranque de ira. Esbocé una leve sonrisa, aunque no de felicidad. —No importa. Fue bueno para mí saberlo. ¿Eso era verdad? Incluso él no lo creyó. —Lo siento mucho, Elaine —repitió. Volteé la mirada al frente para no tener que ver su expresión arrepentida y apenada. —Está bien. Ya... y
Caminé por la calle durante varias horas, hasta que me dolieron los pies y el frío clima me congeló la piel. Durante todo ese tiempo, el celular en mi bolsillo no dejó de vibrar, pero yo no me atreví a responder. Sabía que se trataba de mi esposo, pues de todo el mundo y de todas las personas en él, Julián era el único que de verdad me buscaba, el único quién se mantenía a mi lado. Pero me encontraba demasiado dolida para atreverme a tomar su llamada. Él me había hecho creer que mi padre era un ser cruel, aun conmigo, su única hija; mientras estúpidamente yo creía y confiaba en mi buen hermano. No me di cuenta a dónde me dirigía, hasta que una voz demasiado pronunció mi nombre. —¿Eli? Alcé mi llorosa mirada del suelo y la clavé en el hombre parado a escasos metros de mí. —¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí en plena madrugada? En lugar de responder, sentí ese opresor nudo en mi pecho ahogarme, y llorando como una niña, corrí hacía él. Lo abracé sin pedirle permiso, solo rodeé su cue
Por años, mi hermano había sido mi único compañero, además de mi padre; por años, él había sido el único hombre en mi vida, y la única persona en la que creí que siempre podría confiar. ¿No se supone que los hermanos se son fieles siempre? ¿Acaso no era un deber mutuo protegernos? Se supone que los gemelos tienen un lazo más profundo, que están más unidos desde el nacimiento. Entonces, ¿por qué él me había hecho parte de ese contrato? —Mientes —dije con voz firme, una voz que temblaba por dentro. Pero Julián me dio una lenta negativa. Su ebria mirada estaba cargada de insensibilidad. —¿Por qué demonios intentaría engañarte? No voy a cubrir a una porquería como él para que tú sigas pensando que se preocupa por ti. A tu hermano no le interesas, Elaine. Aunque me dolía, intenté con todas mis fuerzas no creerle y alejé su mano de mí. No quería creerle a alguien como él. —¡Mentiroso! ¡Mientes, Julián! ¡Mi hermano...! Él se pasó una mano por el cabello con clara frustración antes de
Contuve un quejido y alejé su mano de mí. —¿Y tú? ¿Me dirás que no dormiste con ella? No respondió, solo apretó los labios y siguió mirándome con una expresión apenas contenida. Para mi sorpresa, su silenció me dolió; era una respuesta muy clara. Suspiré y me dije que no tenía por qué dolerme, él y yo no estábamos enamorados. —Bien. La respuesta es no. No me acosté con él. Pasando por su lado, presioné el botón del primer piso y en cuanto el ascensor abrió sus puertas, me lancé afuera. Julián no me siguió, y yo apenas entré al coche, le pedí al chofer llevarme a casa. Él obedeció sin preguntar y media hora después, ya me encontraba en la mansión de mi hermano. Cuando salí, me sorprendió encontrarlo ya en casa. Al parecer, terminada la reunión, se había marchado de la empresa. Me limpié las lágrimas de los ojos y le sonreí, reuniéndome con él. —Gracias, Eli, me apoyaste hoy. Asentí, caminando a su lado con la cabeza gacha. Me sentía algo ansiosa y mi pelea con Julián solamente
Al día que siguió, Julián me hizo acompañarlo a la empresa de mi familia para una reunión de accionista, una reunión de las muchas que seguirían en esa guerra de poder. Allí me enteré de que la ventaja la llevaba mi esposo en cuanto a votos, lo consideraban adecuado para sustituir a mi hermano como Ceo, dada su importancia y habilidad en los negocios. En cuanto a Iván, los socios lo consideraban aun inmaduro, poco hábil para negociar, y demasiado temperamental para el puesto. Y me sorprendió más descubrir al socio y amigo de mi padre darle el favor a mi marido, en vez de a mi hermano. —Creo que todos aquí sabemos el gran beneficio que trajo la anterior inversión del señor Ferrer. Básicamente nos salvó de una inevitable ruina. Miré a Aaron, sintiéndome levemente traicionada. Había confiado en que al menos siempre contaríamos con él. —Además, el señor DeRose aún es un inexperto en esta profesión. Liderar una empresa de este nivel es un cargo demasiado grande para un chico. Como yo,
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