Al volver a ver a mi hermano, no sentí más que desprecio y pena por él, pena por haberlo perdido antes de darme cuenta. Pero, aun así, solté la mano de Julián y crucé la vacía sala del consejo hasta alcanzarlo.
Me acerqué a él. Tenía que hablarle mientras los socios aun no llegaran, después ya no tendría oportunidad.
—Iván.
Mi hermano me miró de reojo y esbozó una sonrisa agridulce.
—Creí que desaparecerías por más tiempo. Esperaba no tener que verte tan pronto.
De reojo miré como del otro lado de la sala, Julián apretaba los labios. Le hice un gesto para que no viniera a nosotros; era deber mío y solo mío tratar de salvar mi relación con mi única familia.
—Lo que me hiciste... No estas arrepentido, ¿verdad?
Iván soltó una risita. Me dolió darme cuenta de lo bien que lo conocía; yo misma me había hecho la tonta todos esos años, había creado a un hermano bueno y leal que no existía.
—¿Arrepentirme? ¿Por qué habría de hacerlo? Solo utilicé a mi inútil hermana gemela para