En mi cabeza aún resonaban las palabras de mi padre:—Te casaras con Kael de Kaelor, mañana, durante la Luna Roja.Mi manada estaba por iniciar una guerra contra el Alfa Maldito, pero este los descubrió y, como tratado de paz exigió que le entregaran a su próxima Luna.Nuestros ancianos no eran tontos: si la guerra estallaba, debían protegerse de la furia del Alfa Kael. Por eso eligieron ofrecer a la loba más débil que había en la manada… a mí.El aire olía a humo, a tierra húmeda y a miedo. No al mío… al de ellos.Las antorchas formaban un círculo perfecto alrededor de mí, mientras los ancianos murmuraban palabras antiguas que no entendía.Tenia las manos atadas con una cuerda fría y áspera, y el corazón latiéndome tan fuerte que parecía quererse escapar de mi pecho.“Tranquila, Lía” Me repetí. Pero era una mentira, y lo sabía.El alfa Kael llego al último. Siempre llegaba al último, como si el mundo tuviera que esperar que el decidiera moverse. La multitud se abrió en silencio cuand
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