Valeria despertó en la inmensa cama, sola. El sol entraba por los ventanales blindados de la suite, iluminando el espacio con un lujo frío. Se levantó y exploró. La mansión de Demian Vieri era un búnker de opulencia, una fortaleza en la cima de la colina. Era vasta; pasillos de mármol se extendían como arterias, adornados con esculturas que parecían observar con juicio. Era la Jaula de Oro, hermosa, impenetrable y, sobre todo, vigilada. Mientras vagaba por la cocina, que parecía más un laboratorio de alta cocina, chocó con Dante, el hermano de Demian. Él ya estaba impecable, con un aire de eficiencia y amenaza tranquila. Dante: (Cruzado de brazos, sin una pizca de calidez) __Buenos días, Señorita Osorio. Espero que su 'adaptación' haya sido satisfactoria. El jefe me informó de sus... nuevos arreglos __ Valeria: (Ella no se inmutó, cogiendo una fruta con descaro) __Buenos días, Dante. Sí, la cama es muy cómoda. Deberías decírselo a tu hermano. En cuanto a los "arreglos", prefiero l
Leer más