—¿Estás segura de esto, Carla? —preguntó Bianca desde su auto, mirando con incertidumbre hacia el restaurante frente a ella.—Claro que sí. El tipo es un encanto, trabaja con mi primo y está soltero. Mesa seis. Ya debe estar ahí. Entra, sonríe y actúa natural.—Carla, ¿y si es un psicópata con cara de buena gente?—Entonces corre… pero corre con elegancia, ¿ok?Bianca soltó una risa tensa y colgó. Se dio un último vistazo en el retrovisor, se bajó del auto con decisión y caminó hacia el restaurante sin imaginar que el verdadero caos ya se estaba gestando adentro.***—Papá, tengo una idea revolucionaria —anunció Mateo con tono conspirativo, acercándose sobre la mesa como si estuviera a punto de revelar un secreto internacional.Luciano, que recién tomaba un sorbo de café, se atragantó un poco.—¿Otra más? Mateo, la última vez que dijiste eso casi explota la licuadora con gelatina adentro.—Eso fue ciencia, papá. ¡Innovación doméstica! Pero esto es diferente. Necesito... una mamá.Luci
Leer más