JAZMÍN HERRERAEra joven y tonta, Bryan también. Nos conocimos en la escuela, él era el chico rudo que hacía parecer que tenía el mundo en su mano, con esos vaqueros deslavados y chamarra de piel negra, yo la estudiosa que siempre le hacía la tarea para recibir su protección, la cual se convirtió en un beso torpe y furtivo entre los arbustos de mi casa después de entregarle su tarea de matemáticas. Mi historia de amor soñada, y el descarrilamiento de mi vida desde los ojos de todos. El camino que esperaban que siguiera estaba lejos de él, pero sobre el corazón no se manda, y abandoné los sueños y esperanzas de mis padres, montada en la parte trasera de la motocicleta de Bryan, abrazada a su torso, con la euforia palpitando en mis venas. Nos casamos en secreto, en una pequeña capilla, con el anillo de su abuela, ese que le daría a la chica indicada. Sencillo pero significativo.Pensé que ese sería el inicio de una larga vida. Que terminaríamos envejeciendo juntos, viendo a nuestros n
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