JAZMÍN HERRERA
—Sé de alguien que sabe de joyas, el collar parece una pieza exclusiva, así que será fácil que nos diga quién mandó a hacer esto —dijo Dylan, acercándose más, con sus cabellos mojados y esos ojos intensos—. Eso es lo que quieres, ¿no? El nombre de quién le dio esto a Amber, bueno… ya te di una opción para conseguirlo.
Apreté los labios, no estaba muy dispuesta a confiar en él.
—Dime donde encontrar a esta persona y yo la busco. —Cuando iba a pasar la pierna por encima de mi moto, me tomó por el tobillo haciéndome ir en reversa, dando brinquitos hacia atrás—. ¡Dylan!
—Yo te llevo —contestó encogiéndose de hombros y estirando su mano para que le entregara las llaves.
—¿Perdón? —pregunté sorprendida y retrocedí—. No necesito…
—Sí, si me necesitas —me interrumpió con esa sonrisa insoportable.
—No voy a dejar que conduzcas mi motocicleta —sentencié furiosa, cruzándome de brazos mientras el agua seguía cayendo.
—Bien, entonces tú conduces y yo te dirijo, pero no te moles