BYRON HARRINGTON—¡NOOO! ¡Por favor! —gritó Jazmín mientras forcejeaba con Steve—. ¡Él no tiene nada que ver con la desaparición de Amber!No la escuché, simplemente volví a golpear a Dylan. Su cabeza rebotó hacia atrás y no cayó al piso porque la pared se interpuso. —Dame un motivo para no matarte… —siseé mientras sacudía un poco los brazos, queriendo espantar el agotamiento en ellos. —Eres un idiota inseguro —soltó Dylan con una risotada antes de lanzarse sobre mí y golpearme en las costillas, haciendo que me doblara del dolor, pero no retrocediera.—¡Ya basta! —vociferó Jazmín logrando soltarse del agarre de Steve e interponiéndose justo cuando mi puño iba en dirección hacia Dylan. Quise detenerme, pero mi cuerpo ya llevaba inercia. Por suerte Dylan reaccionó rápido, quitándola del camino, envolviendo su brazo en la cintura de ella y cubriéndola con su cuerpo, dejando que mis nudillos machacaran su hombro y no la cara de Jazmín. Terminó hincado, sosteniendo a mi sirvienta con s

BYRON HARRINGTON—¿De qué herramienta debería estar orgulloso un cirujano, si no son sus manos? —pregunté con calma mientras lo agarraba por la muñeca y ponía su mano sobre el escritorio—. Alguien como tú no puede darse el lujo de perderlas, ¿cierto?—No, señor Harrington, espere, podemos arreglar las cosas… —dijo sosteniendo con su mano libre su nariz mientras veía el escalpelo a centímetros de la mano que tenía sobre el escritorio, colgando inocentemente. Entonces lo solté.La navaja cortó su carne, abriéndose paso como cuchillo caliente en mantequilla. No pude ocultar mi sorpresa al comprobar su filo. En cuanto el doctor White soltó un alarido, cubrí su boca con una mano y negué con la cabeza, como quien corrige con la mirada a un niño travieso, antes de volverlo a golpear, tirándole un par de dientes. —Más que un empresario, parece un sicario —siseó antes de escupir sangre. —Todos tenemos algo de eso en el fondo… ¿no cree? —pregunté con media sonrisa antes de envolver el mango

AMBER PIERCE—Yo conduzco —dije en cuanto todos comenzaron a entrar al auto y estiré mi mano hacia Dylan, quien tenía las llaves de Christine. —¡Claro que por supuesto que no! —exclamó alejando las llaves como si tuviera miedo de que se las fuera a arrebatar—. Te irás atrás, junto a tu… cosa esa que llamas esposo y con Jazmín. Yo y él perro nos vamos enfrente. No supe quién se ofendió más de todos, pero no me pasó desapercibido que la única a la que le habló con respeto fue a Jazmín. —Solo dame las malditas llaves —siseé entornando la mirada, pero él no parecía ceder. Entonces volteó hacia Byron.—Controla a tu mujer —soltó con un resoplido.Byron acomodó mi cabello detrás de mi oreja mientras mantenía una actitud pensativa, tensando la mandíbula y entornando los ojos. Entonces escuchamos ruido cerca. Alguien se acercaba y dudaba que viniera en son de paz. —Dale las llaves —dijo con calma, aunque no estuviera muy convencido. Estaba confiando en mí.—¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?! —vocifer

AMBER PIERCETragué saliva y me dolió el nudo en mi garganta. —Así… así casi acaba conmigo hace años. —Sorbí por la nariz antes de limpiar las lágrimas con el dorso de mis manos—. Escapé de su casa, robé su auto y él… él me persiguió, me alcanzó. No fue un accidente. Él estrelló su auto, me arrastró y me quiso aplastar, de la misma forma que planeaba hacerlo hoy. »Tuve suerte de solo perder la memoria y no la vida. Me quiso destruir cuando no lo acepté y hoy quiso hacer lo mismo. —Me abracé a mí misma, dejando por fin que el peso del miedo me aplastara—. Pudimos haber muerto.—Pero no lo hicimos —dijo por fin Byron. Con cuidado me tomó en brazos y me sacó del auto—. Gracias a ti. Escondí mi rostro en su pecho y seguí llorando desconsolada, aferrándome con ambas manos a él.—Fuiste muy valiente e inteligente —agregó besando mi coronilla—. Ninguno de nosotros hubiera podido hacer lo que tú hiciste. —¿Y si regresa? —pregunté con miedo. La niña de 15 años y la adulta que era ahora est

BYRON HARRINGTON—Para alguien como yo… una arpía venenosa e interesada sonaba más lógico que una mujer tan noble que es capaz de sacrificar su cuerpo por su madre —agregué entornando los ojos, buscando en los suyos comprensión—. Eres una buena mujer, Amber, tienes un buen corazón. Los hombres como yo no nos merecemos una buena mujer, no después de todo el daño que hemos causado y estamos dispuestos a causar. »Una mujer buena como tú, sufre demasiado en las manos de un hombre como yo. Y creí que escoger a alguien como Charlotte, que de seguro me iba a traicionar de alguna forma, parecía más justo, como un ajuste de cuentas por parte del destino. »Ahora sé que esa traición era más profunda, pues involucraba a Anthony. —Por fin solté su mentón, con un suspiro apesadumbrado. Apoyé ambas manos en el mueble detrás de ella, atrapándola para que no pudiera huir, mientras recargaba mi frente en su hombro—. No deberías preocuparte por Charlotte, y no deberías de usar como la veía a ella como