Capítulo 34. El peso de la verdad
LeonardoMe siento como un león enjaulado desde aquella noche con Alice. Han pasado los días, pero la sensación no se disipa. Por el contrario, cada hora que transcurre me confirma que lo que siento hacia ella no es solo atracción, no es solo deseo. Estoy enamorado de Alice. Y lo peor de todo es que me doy cuenta de que estos sentimientos no son recientes; llevan tiempo creciendo en silencio, esperando el momento de estallar.Los días pasan, y la boda se acerca. Pero cada vez que pienso en Emily, en el compromiso que me ata a ella, siento un rechazo profundo. No la amo. Eso es evidente. Y ahora, con Alice en mi vida, la idea de casarme con Emily me parece insoportable.Estoy en el club de Angelo, bebiendo como nunca suelo hacerlo. El whisky arde en mi garganta, pero no logra apagar el fuego que me consume. Intento relajarme, perderme en la música, en las luces, en el bullicio de la gente. Pero cada sorbo me arrastra de nuevo a los recuerdos: Alice entre mis brazos, su risa, su piel, s
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