Capítulo 40. Amante
Leonardo
Las paredes grises de la empresa de construcción me rodean y, aunque todo parece normal, sé que no es más que una fachada. A simple vista, cualquiera pensaría que aquí solo se levantan edificios: hombres con cascos amarillos caminando de un lado a otro, planos abiertos sobre las mesas, el ruido metálico de las herramientas llenando el aire. Todo parece legal, limpio. Pero yo conozco la otra cara. Detrás de cada ladrillo y cada contrato hay dinero sucio, tratos turbios y favores que se pagan con sangre.
Estoy revisando unos planos cuando suena mi teléfono. El nombre en la pantalla me hace fruncir el ceño: Emily.
Respiro hondo antes de contestar. La forma en que irrumpí en su casa el día anterior todavía me incomoda. Me volví loco al enterarme de que Elijah había abusado de una de las empleadas de Angelo; no pude contener la furia y terminé golpeándolo sin importarme el escándalo que dimos frente a toda su familia. Tampoco pude evitar decirle sus verdades a la alimaña de Benjam