Corrí hacia ella sin pensarlo, casi tropezando con la tierra suelta del suelo. La luz temblorosa que emitía la esfera en mi mano proyectaba sombras agitadas por toda la habitación, pero aun así pude verla con claridad:La mujer seguía allí, tirada sobre el suelo frío, atada de ambos tobillos con cadenas gruesas, la piel marcada, los ojos hinchados por el llanto… y con un vientre que revelaba sin duda que estaba embarazada.Una visión que desgarraba el alma.—Voy a sacarte de aquí —le prometí, arrodillándome junto a ella.Acercando mi mano a la cadena, intenté concentrarme. Sentí el pulso de esa energía desconocida en la esfera que sostenía… una calidez que pensaba que podría transformarse en fuego.Pero no.Cuando la acerqué al metal, la esfera solo brilló más… nada de fuego, nada de calor suficiente. Era solo un haz de luz, brillante, hermoso… pero completamente inútil para liberarla.—No… no puede ser… —murmuré con desesperación, apretando los dientes.La mujer me tomó de la muñeca
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