Armyn respiraba con dificultad, su cuerpo sangrante y exhausto, pero su determinación no se había desvanecido. Con mano firme, tomó las manos de los niños, sus ojos reflejaban el miedo, pero también la esperanza que ardía dentro de su pecho.—Al salir, ambos se transformarán en pequeños venados. Serán rápidos, más rápidos de lo que alguna vez imaginaron. ¿Podrán hacerlo? —preguntó, su voz temblando ligeramente.Mahina, con sus ojos grandes y brillantes, asintió sin vacilar. Había una valentía en su mirada que sorprendió incluso a Armyn.Dyamon, por otro lado, dudó, sus ojos oscilando entre el miedo y la incertidumbre. Finalmente, con un suspiro, asintió también.—Lo haremos, mamá —dijo en un susurro, como si sus palabras fueran el último suspiro de un niño que aún temía a la oscuridad.Armyn dio un último vistazo a su alrededor, se llenó de coraje y salió, sintiendo el aire frío de la noche golpear su rostro. La luna llena brillaba intensamente, como un faro de esperanza, pero también
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