Capítulo 35. El Reconocimiento de la carne
Ramiro apartó la tela, revelando sus senos firmes. Se inclinó, atrapando un pezón oscuro en su boca. Lo chupó, lo mamó con una avidez que arrancó un gemido ahogado de la garganta de Aura. Su cuerpo se arqueó, elevando su pecho hacia él, pidiendo más contacto, más dolor placentero.Él alternó entre ambos senos, succionando con fuerza hasta que la piel se enrojeció. Aura se agarró a su cabeza, enredando los dedos en su cabello, sus gemidos ahora eran sonidos guturales de pura rendición.Sin romper el contacto de sus manos, Ramiro deslizó una pierna entre las de ella, obligándola a separarlas ligeramente. Sus ojos bajaron y se abrieron por completo.Aura ya no llevaba ropa interior.Ramiro se detuvo en seco. Al ver su vulva rasurada, su mente hizo la conexión final, brutal e innegable. Este detalle íntimo era la prueba irrefutable. La femme fatale del bar, la camarera cínica que lo había observado en su peor momento, estaba allí, en su camilla, expuesta.La visión de su cuca pulcra y vul
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