Andy, su asistente, iba a intervenir, pero Alexander levantó una mano para detenerlo.—Déjalo —dijo con voz tranquila.Yo estaba escondida detrás de un arbusto. En el momento que Alexander dirigió su mirada hacia mí, pude esconderme para no ser vista.Tomas seguía concentrado, dibujando garabatos con toda la seriedad del mundo.Era imposible no sonreír ante su inocencia, pero yo solo quería que se alejara lo más rápido de ahí.Alexander lo observó unos segundos más. Luego, cuando Andy lo apartó con cuidado, solo comentó:—Asegúrate de que los padres paguen la compensación.Y se alejó con la misma calma con la que había llegado.Andy lo miró marcharse, incrédulo, y murmuró:—Retiro lo dicho… no eres amable, solo cruel.En ese momento, la señora Fine llegó corriendo, fuera de sí.—¡Tomas! ¿Dónde te metiste? ¡No podía encontrarte!El asistente se volvió hacia ella, visiblemente aliviado.—¿Viene contigo? —preguntó.—¿Sí? ¿Por qué preguntas? —escuché decir a la señora Fine.Andy, el asist
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