34. ¿Recuerdas?
Había escuchado por mi madre que muchas veces dolía más ser ignorada que insultada… y con todo pesar me daba cuenta de que tenía razón. Aunque todo esto dependía de la persona. Él, quien era mi atractiva tentación, mi pecado más profundo, solo se mantenía mirando hacia la distancia. En cuanto subimos al auto, la tensión era casi palpable. Era tan líquida que se podía tomar con la mano, pero se estaba convirtiendo en un veneno que podría ser extremadamente asfixiante.A pesar del venenoso ambiente, Edward hablaba de manera emocionada sobre que podríamos conocer a una pequeña amiga que había hecho. Él era el único capaz de aligerar ese ambiente tenso. Entre risillas joviales decía que su amiga, aunque no le entendía del todo, había sido amable con él. Dante, por otro lado, se mantuvo mirando por la ventana. A pesar de que Edward expresaba su emoción, él no opinó nada. Sabía que escuchaba atentamente, pues cuando algo le agradaba, simplemente asentía con la cabeza.Tras un viaje moderado
Leer más