46. Locura
Me había dirigido a la escuela a recoger a Edward. A pesar de que Nickolas me propuso ir juntos, me negué. Usé ese tiempo en el autobús para pensar en todos los cambios que poco a poco estaban afectando mi vida y la de mi pequeño. Llegaba a la entrada de la escuela, donde Edward venía tomado de la mano con Emma, siguiendo a su maestra. Al verme, le dijo algo a la niña, quien terminó asintiendo y riendo de manera risueña. Al asentir, su coleta se movió con el lazo y, tras esto, salió corriendo hacia su padre. Nickolas la atrapó en brazos, la cargó y, tras seguir a Edward, me observó. Bajé la mirada, concentrándome en mi pequeño, quien me abrazaba. —Mami, estoy muy feliz porque hoy estuve hablando con un amigo en italiano. —¿Ah, sí? —me agaché abrazándolo—. Entonces tendrás que darme clases —tomé su mano—. ¿Quieres ir al parque? Haremos algo especial, solo tú y yo como antes. —¡Sí! Quiero un helado, mami. En el momento en que nos dábamos vueltas para irnos, pude verla acercándose.
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