33. ¿Qué estás pensando?
Fue la sensación de ser atrapada por una tormenta, arrastrada sin poder tener el control. Fue devastador en el sentido de que no pude siquiera reaccionar. Su lengua, pecaminosa, envolvió la mía en un jugueteo donde solo pedía sumisión. Una explosión comenzó a estallar a mi alrededor; los sonidos parecían nulos. Las sensaciones en mi cuerpo comenzaron a sentirse calientes.
Cada movimiento de su lengua era un salvaje recordatorio de algo pasional, necesitado, sobre todo embriagador. Un calor comenzó a recorrer todo mi cuerpo. Era un beso devorador, no quería comerme solo la boca, también buscaba que disfrutara. Su mano se mantuvo en mi cuello, firme pero consistente.
Era una sensación de que su ansia buscaba asegurarse de que no me fuera, de que no detuviera esto que nuestros cuerpos deseaban con todo nuestro ser. El aire comenzó a faltarme; detuve el beso unos segundos para respirar, pues me faltaba.
El aire era entrecortado, nuestro aliento cálido, y sus ojos coloridos se clavaban e