El trabajo ha sido, sin exagerar, un verdadero desastre estos últimos días; los rebeldes que amenazan el precario equilibrio de la clase media parecen insaciables, y aunque logramos erradicar a varios, siguen apareciendo como cucarachas, surgiendo desde los rincones más insospechados, como si el caos se regenerara con cada intento de control. Una vez más, el Consejo solicitó que dobláramos turno, pero dado que León y yo ya habíamos cumplido con esa exigencia el día anterior, esta vez nos autorizaron a regresar a casa, concediéndonos unas horas que, más que descanso, se sienten como una tregua.Necesito tiempo. Tiempo para poder orquestar la parte faltante del ritual que nos llevará al siguiente nivel, pero también tiempo para estar con Natalia, para sentir su piel, su respiración, su presencia, quiero besarla hasta que el mundo se detenga, tocarla hasta que olvide su nombre, hundirme en ella como si al hacerlo pudiera anclarme a la única certeza que tengo en este mundo. Me encanta hac
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