—¿Qué?—Sí, quiero que tu hermano y tú se muden hoy mismo al departamento que compré para ustedes —le informó mientras la sentaba en su regazo—. No quiero que sigas viviendo allí, nena.—Pero la casa está bien, Cillian —protestó ella, confundida.Cillian sonrió, pensando que el rostro de Constanza era lo más hermoso del mundo. Cada día que pasaba le resultaba más difícil separarse de ella.Constanza era su paz, su refugio, sus ganas de seguir adelante.—La casa sí, pero la zona no —replicó, acariciándole una pierna—. No quiero que corras ningún riesgo, mi dulce nena.—Oh, Cillian, eres tan sobreprotector —rio Constanza—. Te agradezco lo que quieres darme, pero sabes que lo único que quiero es tenerte a ti, que me cuides.—Eso lo tendrás, pero no puedes rechazar el departamento —le advirtió, apretándole el muslo.—De acuerdo, lo que quieras, pero quédate conmigo hoy —gimió Constanza, acomodándose a horcajadas sobre él—. No te vayas, por favor.—Tengo que hacerlo, pero primero voy a toma
Leer más