ConstanzaAunque no me siento en lo absoluto culpable por lo que pasó anoche, quise compensar a Damon pasando todo el día con él. Sin embargo, todos mis planes acaban de irse al demonio.Cillian está frente a nuestra mesa, pidiéndonos sentarse con nosotros. Seguramente ya se enteró de que pudimos ver a su mujer salir semidesnuda de su habitación.Aunque por un instante sentí una punzada de celos, comprendí enseguida que él debió echarla y que, en realidad, no pasó nada.Cillian la detesta demasiado como para tocarla, ni siquiera por despecho.—¿Qué haces aquí, tío? —pregunta mi prometido, desconcertado—. Pensé que estarías con Olive.—No, ¿por qué estaría con ella? —se ríe Cillian, fingiendo que no le afecta vernos juntos—. Ella tiene sus propias ocupaciones.—Bueno, parece que pasaron la noche juntos, así que pensé que iban a relajarse los dos —Damon se encoge de hombros.—No, yo…—Bueno, tampoco tienes que contarnos —dice Damon, intentando ser paciente—. La verdad es que Constanza y
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