Constanza
—Puedes elegir no venir, mi amor —me dice Damon—. Digo, a ti no te gustan demasiado los hospitales.
—No te preocupes, quiero acompañarte —respondo mientras me pongo una chaqueta negra.
Tengo que prevenirme por si a esa mujer se le ocurre ir hacia la luz al final del túnel.
—Parece que ya vas lista para todo —se ríe Damon al verme.
—Ay, perdón —respondo, riéndome también—. ¿Quieres que me la quite?
—No, no, me encanta cómo se te ve —me dice de buen humor—. La verdad es que, después de todo lo que pasó, ya no me importa demasiado lo que le ocurra. Me dará pena por mi tío, pero…
—No te conocía esa faceta inhumana —comento sorprendida y ligeramente excitada—. Siempre eres muy bueno con las personas.
—Cuando se trata de personas que te ofenden, me es imposible sentir compasión por ellas —se encoge de hombros mientras me sujeta por la cintura—. Tú eres lo que más me importa en la vida y no puedo soportar la idea de que te ofendan.
—Entiendo, amor —asiento—. Bien, creo que estamos l