“¿De verdad soy la peor madre del mundo?”, pensó Azra, mientras el viento helado le golpeaba el rostro y las lágrimas se mezclaban con la llovizna. Se abrazó a sí misma, temblando. “¿No merezco siquiera una oportunidad para enmendar mis errores?”, se dijo en voz baja, sintiendo cómo la desesperación se le clavaba en el pecho como una espina.Detrás de ella, se escucharon pasos apresurados. Sen, su amiga, la había seguido a escondidas por miedo a lo que pudiera pasar entre ella y Kerim. Cuando la alcanzó, la vio destrozada, con el maquillaje corrido y los ojos rojos.—¿Qué sucedió, Azra? —preguntó con cautela, acercándose poco a poco.Azra levantó la mirada, su rostro una mezcla de rabia y vergüenza.—Me amenazó… me insultó, Sen. —Su voz se quebró—. Ese maldito me dijo cosas horribles… y ¿sabes qué es lo peor? Que tenía razón.Sen frunció el ceño, preocupada.—Te lo dije, Azra. No debiste venir. Ese hombre está fuera de sí. —Puso una mano sobre su hombro—. Pero cuéntame, ¿qué fue lo qu
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