No sabía cuánto tiempo había pasado desde que el coche desapareció entre los árboles.Las luces se apagaron pronto, pero el ruido del motor siguió un rato más, alejándose por el camino de tierra hasta que el silencio lo devoró todo.El jardín estaba inmóvil.Solo el sonido de los grillos llenaba el aire.Me quedé allí, de pie, sin poder moverme.Aún podía olerlos.El aroma de Reyk, el de Leo… y el de Eiden, que era diferente, más denso, más cálido.Cerré los ojos e inhalé hasta que el aire dejó de traerme su rastro.Cuando eso pasó, algo dentro de mí se quebró.Solo quedaba uno.Lucian.Su presencia era distinta. Dormía dentro, pero su respiración seguía siendo la de un lobo en guardia, atrapado en sueños donde las voces aún lo perseguían.Llevaba horas dormido y aunque me preocupaba, había visto en primera lo que era capaz cuando perdia la consciencia. Asi que siendo realista, era mejor tenerlo asi. Me senté en el banco de piedra frente a los rosales. La madera fría me hizo estremec
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