[ALYA]El amanecer se cuela por los ventanales del penthouse como una promesa incierta. La luz es suave, de un tono que trasmite tranquilidad, y baña las sábanas desordenadas que todavía guardan el calor de la noche. El mar allá abajo parece tranquilo, como si también necesitara un respiro.Zaed duerme a mi lado, con el brazo extendido sobre mi cintura. Su respiración es profunda, acompasada. Por un instante, lo observo en silencio. La línea de su mandíbula, la curva de sus labios, la serenidad que solo aparece cuando el sueño lo vence.No recuerdo la última vez que me sentí así: en paz. Ni siquiera la culpa logra romper este momento.Pero la calma es frágil. El sonido del teléfono vibra sobre la mesa de noche, rompiendo la quietud del cuarto.Miro la pantalla.Papá.Mi estómago se encoge. Me levanto despacio, cuidando de no despertarlo, y tomo el teléfono con manos temblorosas. Camino hasta la terraza, envuelta apenas en una sábana, mientras el viento marino me golpea el rostro.—Pap
Leer más