[ZAED]
La habitación está a oscuras, salvo por ese resplandor tenue que entra desde la ciudad y dibuja sombras azules en el techo. Debería sentirme agotado. Vacío.
Sedado por el cansancio emocional.
Pero no puedo dormir.
Doy vueltas, una y otra vez, sin lograr que la mente se apague. El silencio del penthouse se siente más grande de lo normal, como si cada rincón repitiera las palabras de mi padre:
“Deja de usar mi nombre.”
“No eres nada sin mí.”
Cierro los ojos con fuerza, pero la rabia, el miedo y esa sensación de haber sido expulsado del único mundo que conocía… me aprietan el pecho hasta dejarme sin aire.
Me incorporo, apoyando los codos en las rodillas. Paso las manos por mi rostro, intentando contener ese temblor que no quiero aceptar. Alya duerme a mi lado, su respiración suave, tranquila. Por un momento pienso en levantarme para evitar despertarla, pero un leve movimiento detrás de mí me detiene.
—Zaed… —su voz es un susurro, frágil, adormilado—. ¿Qué pasa?
Me volteo. Ella est