[ZAED]
La puerta del despacho se cierra detrás de mí con un golpe seco que aún resuena en mi cabeza cuando llego al estacionamiento. El aire afuera es más frío de lo normal, o tal vez soy yo. Tal vez es la sensación de haber dejado atrás todo lo que conocía.
Manejo sin rumbo durante un rato, intentando calmar la furia que me late en las venas. Cada palabra de mi padre sigue repitiéndose en mi mente: “Si cruzas esa puerta, deja de usar mi nombre.”
Lo hice. Y por primera vez, no me arrepiento.
Pero lo que no imaginé es que Vittorio Morello no dejaría pasar ni una noche antes de demostrarme lo que significa desobedecerlo.
[…]
Horas después, cuando llego al penthouse, todo parece normal. La ciudad sigue viva, el mar murmura en la distancia, Alya me espera en la terraza con una copa de vino y esa mirada que me recuerda por qué vale la pena pelear.
Intento sonreír. No quiero que vea el temblor que me recorre las manos.
—¿Cómo fue todo? —pregunta, dejándome espacio para respirar, aunque sus