30. ESPERANZA PARA VALERIA
El almuerzo ha sido una excusa. Apenas pude tragar un bocado. La presión en mi pecho no es hambre, es el recuerdo de sus manos, la fuerza, el sabor amargo del miedo. Anoche me juré no volver a pisar una discoteca, ni un bar, ni un lugar oscuro. Hoy, al verlo en la recepción, sentí el impulso físico de salir corriendo, de renunciar a mi sueño de neurocirugía. Pero mi carrera está aquí. Mi futuro está en este hospital, no en las calles de la madrugada. Él habló profesionalmente. Un director, serio, sin el olor a whisky que recordaba. No se parecía en nada al monstruo que me acorraló. Y ahora, estoy de pie frente a la puerta de la Doctora Elara Vance, mi nueva jefa, mi salvación del acoso silencioso de Rhodes. Toco dos veces. —Adelante. Entro en la oficina. La doctora Vance me sonríe, y su sonrisa es genuina, transparente. Es un alivio tan profundo que mi cuerpo se relaja un poco. Es una mujer. Es un ancla. —Doctora Roberts, bienvenida. ¿Almorzaste bien? —Sí, Doctora Vance. Gr
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