Fase II: El Corazón del Ícaro
El quirófano era un acuario de luz azul pálida. La Dra. Hayes, formal y silenciosa, estaba apostada en la galería, su tableta de auditoría lista, convertida a regañadientes en la guardiana de la ética. El Dr. Thorne se encontraba en el extremo opuesto, su rostro una máscara de fría anticipación, esperando ver el Colapso Final que Cassian había previsto.
La Fase II era la prueba de fuego: la inyección de la Enzima C-27 directamente en la vaina neural del paciente Silencioso. La nanotecnología debía buscar y disolver la cicatriz electromagnética implantada por Thorne, un proceso que requería una precisión inaudita.
—Iniciando inserción de microcatéter —anunció Cassian, su voz clara y precisa bajo el halo de la luz quirúrgica.
Cassian, con su legendaria precisión, dirigió el catéter a través del delicado entramado cerebral. Elara, en el panel de monitoreo, era su cerebro auxiliar.
—Pulso P3 al 90%. Es ahora —ordenó Elara, sus ojos fijos en las lecturas de e